XXIII
Misterios anidaban
en las mortecinas
luces del jazmín.
Dolor,
y más dolor,
en las siestas
norteñas.
La madreselva
en su huida
enroscó las vidas
con el hilo enlutado.
Dolor,
y más dolor,
en los ojos del
padre,
espantado y cansino
de la muerte temprana.
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