miércoles, 28 de octubre de 2015

Despues de la ausencia

La ausencia  solo es un espacio que ha quedado suspendido. La ausencia de la escritura es una línea blanca que no encuentra  motivos  para contar  y tampoco  temas con los que acometerá en otra historia. Los que tenemos el oficio de escritores,  pensamos que sin el ejercicio diario estamos rumiando otra historia. Y con el afán de no escribir sobre nuestras obsesiones buscamos temas. Algunos escuchamos con atención los dichos de los otros, comentarios hechos al azar, sopesamos cómo actuaríamos ante una experiencia ajena. No es fácil llenar ese cuerpo complejo que es una obra. El mero sonar de una bocina y los ruidos del tránsito nos distraen hacia otro lugar, hacia el ruido de los demás que nos descentra. La realidad, los acontecimientos urgentes de este mundo ágil, volátil, complejo, pluricultural  nos indica que los temas pueden tener la vigencia de un "click" en la web, de un "me gusta" en una red social y de "ciento cuarenta caracteres". Estos temas nos abruman y nos dicen que tenemos que buscar sin fatigarnos aquel tema que será diferente.
Cuando hacemos un corte en la ausencia, cuando trazamos una línea en el papel en blanco y decidimos escribir otra novela, esa ausencia es una presencia en evolución, un impulso hacia una vía de letras, palabras y vocablos. Y nos ponemos en acción, con el cuerpo y la mente despiertos, con las posiciones de los músculos en la necesaria tensión para acometer sobre el teclado. Y la presencia en este mundo narrado es tan fuerte que comenzamos a vivir, a pensar como los personajes, a contemplarlos. Y somos felices porque una vez más encontramos un sentido en las teclas,  porque el aburrimiento de los domingos a la tarde tendrá una compañera, esa obra que nos acompañará hasta que decidamos que es suficiente.