XXV
En la caminata obscura
y
sigilosa
partí
con el carruaje pleno
de azucenas.
Las flores
acompañaron
el peregrinaje.
El doliente yacía
esperanzado.
Lo arrojé
a esa aventura
con mis pasos.
Turbados.
El partió.
Muere. Muerto.
Muere.
Allá
hay otra vida.
Yo aún sigo aquí.
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